21 noviembre, 2024

Un paseo entre la razón y emoción para tomar decisiones

Por Diobaldo Heredia Gutiérrez

Somos más vendedores y compradores de emociones que de buenas razones. Aquí el comprador, es el tomador de decisiones, buenas o malas. En un año de pandemia se han puesto de manifiesto las malas decisiones de los ciudadanos para cuidarse a sí mismos y a los otros, esta afirmación exacerbada por el miedo o la incertidumbre, y alentada por la desinformación o su exceso (redes sociales), se dice que la gente no atiende buenas razones para el cuidado personal frente a la ola pandémica. Algunas opiniones critican fuertemente el desorden, las celebraciones y en general el goce o placer al que estábamos acostumbrados a intercambiar como seres sociales, pero hoy son un mal comportamiento que se atribuye a una pésima formación ciudadana, pero la evidencia es apabullante porque hasta en los países que conforman la elite mundial está pasando. La costumbre, hace ley dice la cultura, pero en condiciones normales, ¡Hoy es viernes y el cuerpo lo sabe!, gritan las emociones ante la proximidad de la fiesta o parranda; rota la normalidad se impone el control.

Es imperativo entender un fenómeno, para poder explicarlo, como pregona Maturana, “la verdad, es el fenómeno emergente de la explicación”, somos más emocionales y a veces usamos la razón para ocultar emociones que se dan en nuestro actuar, por ello las guerras no han resuelto nuestros conflictos y diferencias porque no provienen de la razón sino de emociones negativas de odio, racismo, desigualdad, ambición y conquista empoderada con dominios, guerras que se acaban cuando los partícipes se sientan a la mesa y acaban el conflicto vía dialogo y consenso, cuando ya las pérdidas son cuantiosas e irreparables, sobre  todo en vidas humanas de  pobres, carne de cañón . Sino no nos aceptamos así mismos, no podemos aceptar al otro. ¿Como entender a Michael Schumacher, piloto exitoso de la F1, que decidió cambiar a la práctica del ski donde se accidentó y quedó en grave estado?, ¿Placer en el peligro, adicción?, ¿mala decisión? Podemos achacar nuestras malas decisiones, al error que es una excelente fuente de aprendizaje, pero algunos son irreparables e irrepetibles.

Nuestro cerebro es el órgano responsable de todas las conductas, sentimientos, emociones y funciones complejas como el pensamiento, el lenguaje y el razonamiento. Los cambios fisiológicos, cognitivos, subjetivos, determinantes con relación a los objetivos o intereses de las personas en un momento y contexto, los llamamos: emociones, son señales del cuerpo trasmitidos por las neuronas. No es posible entender el mundo sin comprender el funcionamiento de las emociones, estas son como el colesterol, buenas y malas, son personales y a veces grupales; el problema para la comprensión es la consecución de una sana moderación o proporción con su opuesto, la razón. La decisión racional es una elección entre futuros simulados, si la decisión resultante obedece a ese análisis; lo contrario, es la emoción del momento. Las personas memorizan mejor aquella información que esté relacionada a alguna emoción positiva o negativa experimentada y sobre ello se tomaran decisiones futuras parecidas; el aprendizaje contiene ese factor emocional, el cerebro asocia y repite o no, decisiones parecidas. Un ejemplo permanente, que muchos no distinguen, se presenta cuando compramos, rechazar o aceptar la compra basada en el costo, le permitirá a la persona regresar o no al lugar o a la marca. Esta decisión es más racional que emocional. Tal como las emociones le permitieron al ser humano sobrevivir y adaptarse a los cambios del entorno y generar aprendizajes, que luego utilizó para mejorar sus decisiones, hoy el avance científico y tecnológico es la base de las decisiones acertadas.

Los economistas conductuales y los neuropsicólogos han demostrado que la mayoría de las decisiones humanas de hoy, todavía, se basan en impactos emocionales (el deseo, la esperanza o la ilusión) que en análisis racionales. El mecanismo interior del ser humano para la toma de decisiones es un recorrido entre emoción y razón, la decisión tomará el sesgo prevalente en esa persona, funciona como un termómetro o una corredera. Quizás las emociones, basadas en creencias o deseos, fueron adecuadas en la edad de piedra, pero tristemente inadecuadas en la edad del silicio. “Hoy la disrupción tecnológica es una amenaza para comprenderlo todo. Sabemos muy poco con relación a lo que creemos. El que tiene los datos, es el dueño del poder” YUVAL NOAH HARARI. La esperanza, ubicada en el lado opuesto de la razón, es un mal que prolonga el sufrimiento, en cambio la razón agota la comprensión en la proporción verificada. La simulación dirá quién tiene la razón, otra vez, el que tiene los datos sistematizados o programados (el algoritmo) es el dueño de la decisión eficaz y empática. La pandemia que sufre la humanidad está rompiendo paradigmas en muchos campos del comportamiento humano, aún para las guerras, pero el desorden, es un rezago de lo depredadores que seguimos siendo. Vacuna habrá hasta para virus creados en laboratorio, los muertos los pondrán los pobres, como en la guerra.

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