26 abril, 2025

Tolerancia, Empatía, Respeto

Por: Andrea Tobio Pertuz

El reciente asesinato de una mujer trans, brutalmente golpeada y denigrada, expone de manera dolorosa la violencia sistemática que enfrenta la comunidad trans en Colombia. Este crimen, que ha sido catalogado como transfeminicidio, no solo evidencia el odio visceral hacia esta población, sino también la urgencia de abordar las raíces de esta problemática y exigir un Estado más proteccionista hacia las personas históricamente vulneradas.

Definimos la transfobia como una manifestación de miedo y rechazo hacia quienes desafían las normas tradicionales de género. Según Amnistía Internacional, este odio puede originarse por factores como la resistencia al cambio cultural, el miedo a lo desconocido y la percepción de las personas trans como una amenaza a los privilegios asociados a los roles de género tradicionales. Además, discursos moralistas que se disfrazan de defensa de “las buenas costumbres” perpetúan esta violencia simbólica que termina materializándose en crímenes atroces.

Es importante reflexionar sobre por qué algunas personas sienten rabia hacia la comunidad trans. En muchos casos, esto se debe a prejuicios inculcados desde temprana edad, reforzados por sistemas sociales que valoran la conformidad sobre la diversidad. La ignorancia y el desconocimiento también juegan un papel crucial: lo diferente se percibe como peligroso o disruptivo. A esto se suma la influencia de ideologías conservadoras que promueven discursos excluyentes y justifican la discriminación.

Poniendo las cifras sobre la mesa, en lo que va del año 2025, se han registrado 24 transfeminicidios en Colombia, con 15 víctimas trans. Estas cifras alarmantes reflejan una indiferencia social que permite que los victimarios actúen con impunidad. La falta de empatía y acción colectiva frente a estas tragedias perpetúa un ciclo de violencia que deshumaniza a quienes deberían ser tratados con dignidad y respeto. Es decir, que el caso de Sara no esta para nada aislado.

Sin embargo, a pesar de esta realidad desoladora, existen ejemplos que demuestran que es posible cambiar el curso de la historia. Andrea Cortés Guarín, la primera mujer trans en las filas de la Fuerza Pública en Colombia, es un ejemplo inspirador de cómo se pueden abrir espacios para que todos desarrollen sus planes de vida sin barreras discriminatorias. Su historia, documentada en varios medios, muestra cómo, a pesar de los desafíos, es posible integrarse en instituciones tradicionalmente conservadoras como la Policía Nacional.

De esta manera, la inspiración que generan figuras como Andrea Cortés Guarín debe complementarse con un esfuerzo colectivo hacia la inclusión y el respeto. Sin embargo, la inclusión no solo se trata de contar con figuras pioneras; requiere un cambio cultural profundo. Es aquí donde entra en juego el valor más esencial: la tolerancia. La tolerancia no es solo aceptar a los demás; es respetar su derecho a ser quienes son, sin imponer nuestros propios estándares o juicios. En una sociedad donde la tolerancia se practique de manera genuina, las personas podrán desarrollar sus proyectos de vida sin miedo a ser juzgadas o atacadas por su identidad.

Frente a esta realidad, es imperativo que el Estado adopte un enfoque proteccionista robusto hacia las poblaciones vulneradas. Aunque existen iniciativas como los protocolos de análisis de riesgo, aún queda mucho por hacer para garantizar condiciones materiales de igualdad y prevenir actos de discriminación. La Corte Constitucional ya ha exhortado al gobierno a desarrollar políticas públicas integrales para el reconocimiento y protección de los derechos de las personas LGBTIQ+, pero estas deben ser aplicadas con mayor rigor y alcance.

La protección del estado debe incluir medidas afirmativas que combatan los discursos de odio y fomenten una cultura inclusiva desde las bases educativas hasta las políticas públicas. Además, es esencial fortalecer las investigaciones judiciales para evitar que casos como el de Sara Millerey queden en la impunidad.

“La verdadera libertad comienza donde termina el miedo a ser diferente, y solo en un mundo que abraza la diversidad sin temor, podremos encontrar el refugio seguro que todos merecemos”

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