“SEÑORITAS SIN TIEMPO”
Según Christina Morales, reportera de The New York Times, la cinta francesa Cuties, nominada a varios premios (Generation Prize, Kiev; Crystal Bear, Berlín) y ganadora del primer puesto por dirección dramática otorgado en el Festival de Sudance 2020, ha generado en Estados Unidos una abierta controversia en la que participan padres de
familia, docentes, “teóricos de la conspiración”, sicólogos, sociólogos, abogados, políticos y gran parte de la ciudadanía gringa. Incluso, en el Congreso, algunas voces como las de los senadores republicanos Ted Cruz y Tom Cotton han considerado que la obra “sexualiza inapropiadamente a las jóvenes estrellas de la película”, por lo que solicitan que el filme sea retirado de la programación de la empresa de entretenimiento Netflix, que el veinte de agosto de este pandémico año, emitió una disculpa por el cartel publicitario que promovía la película, considerado inconveniente por los detractores del
filme. “Lamentamos profundamente el material gráfico inapropiado que usamos para Mignonnes/Cuties”, debió declarar Netflix en su intento de amainar el diluvio de ataques.
La película, que en Francia no causó ningún debate, se desarrolla en un suburbio parisino y gira alrededor de Amy, niña de 11 años perteneciente a una familia senegalesa musulmana. La chica descubre la bigamia cometida por su padre y asimila el sufrimiento de la madre abandonada, quien recurre a oficios religiosos nada atractivos para su hija. Pronto la nena se ampara en el twerking, tipo de baile practicado por jovencitas deseosas de participar en un concurso. Amy se convierte en la protagonista del grupo que emplea atuendos atrevidos no propios de la edad de las bailarinas, busca reconocimiento en la Internet e incluye en la coreografía, movimientos pélvicos insinuantes y otros gestos tomados de videos pornográficos.
Nuestro preadolescente personaje intenta tomarle una foto al pene de un muchacho, le hurta dinero a su propia madre y, para conservar la posesión de un teléfono móvil que ella había robado, le ofrece su cuerpo a un hombre que no admite la comprometedora propuesta de la chica. Además, ante la humillación sufrida en la escuela, queda
confundida y publica una foto comprometedora en redes sociales, lo que despierta el rechazo de sus compañeras. Logra participar en la presentación final, oportunidad que aprovecha para repetir desplazamientos excesivamente sexuales discordantes con su edad. En medio del baile, Amy llora y abandona el escenario para correr a los brazos de su madre, el mismo día en que su padre contraía matrimonio con otra mujer. Queda en
libertad de asistir o no a la fiesta de boda.
Una vez más, la sociedad estadounidense, la misma que impulsa infinidad de corrientes que atentan contra las buenas costumbres y admite la práctica de multiplicidad de vicios, muestra su doble moral. ¿Por qué enfocar el filme como una obra que, según
Tulsi Gabbard, excandidata presidencial demócrata, “abrirá el apetito de los pedófilos y ayudará a alimentar el tráfico sexual de niños”? ¿Por qué no asumirlo como un comentario social contra la sexualización de los preadolescentes? Cuties es un llamado ala sociedad moderna, incluida la gringa, para que pare de trasmitirles a las niñas
características de la vida adulta a través de la competencia en el vestir, los concursos de belleza, el modelaje, el uso equivocado de las redes sociales y de la tecnología en general, el sexo a corta edad, la propagación de peligrosos mensajes en las canciones y
otras tendencias que conducen a lo que los sicólogos llaman hipersexualización, que no es más que la pronta tendencia del niño a las prácticas sexuales.
Las niñas no son adultas pequeñas. Las niñas son niñas. “Señoritas sin tiempo” llamaban las abuelas a aquellas chiquitinas vestidas como mujeres mayores que, casi siempre mal orientadas por sus padres e influidas por la prensa, perdían la inocencia
desde los primeros años de vida para caer en una existencia que no les pertenecía. “¡Qué bien se mueve mi hija!”, “¡obsérvala, es toda una mujerona!”, “esos zapatos altos la convierten en una señorita”, “me parece que a la niña le gusta Ricardito, mira cómo le coquetea”, “cuando camines, tienes que mover las caderas” y mil expresiones más que alejan a las nenas de sus actividades lúdicas infantiles para convertirlas en objetivos de
hambrientos ojos masculinos. Y, desde luego, en motivación para los pedófilos con todos los riesgos que esa desviación abarca.
Es indiscutible que la película “contiene escenas alarmantes y totalmente reprochables sobre niñas ejerciendo conductas sexuales en bailes eróticos pese a su corta edad, sin mostrar esto como un comportamiento carnada de depredadores”, manifiesta Emmanuel Rondón, periodista del sitio web PanAm Post. Afirmación opuesta a lo expresado por Maimouna Doucuré, directora del filme: “Cuties fue hecha para ser vista por adultos que necesitan llevar a las menores por buen camino”. Y añade que “los niños sólo imitan lo que ven”. Y lo que más ven son los medios masivos de comunicación que,
según expresa Víctor Grande-López, “contribuyen a promover que el éxito social se encuentra en la imagen que se proyecta, ofrecen lo que quiere el público pero en realidad muestran lo que ellos quieren y hacen creer que es lo que se quiere”. Me atrevo a sugerirles esta película, Cuties, a aquellos adultos que determinaron permitirles a sus niñas que quemen cada una de las etapas de la vida… y a los demás también. Desde luego, el filme asume la hipersexualización desde la perspectiva femenina, mas no por eso, descarta a los chicos.
No se necesita tener la mente abierta para aprobar o desaprobar este tipo de producciones cinematográficas, ya que la protagonista es una niña de muy corta edad (11 Años) , es decir es una preadolescente, lo cual no va acorde con estas actuaciones , aunque según el reportaje se diga que en Francia no causó ninguna controversia o rechazo, solo es cuestión de buenas costumbres y que los padres de los niños (as) no les permitan participar en reinados, modelajes y otras actividades que van despertando prematuramente actitudes de adulto.
Esta clase de películas no son aptas para menores, por tanto es responsabilidad de los padres si les permiten a sus hijos verlas.