21 noviembre, 2024

Revolución Industrial, superproducción, consumismo y reciclaje

Por Pablo Caballero

La revolución industrial, ocurrida en Europa a finales del siglo XVIII, fue un hecho inusitado que significó un salto cualitativo en la evolución y el progreso de la humanidad. La invención de la máquina de vapor por el inglés James Watt y la utilización de fuentes de energía, hoy convencionales, como el petróleo y el carbón contribuyeron al aumento y mecanización de la producción industrial y al ensanchamiento y ampliación del mercado capitalista, que consecuentemente rompió con la economía circular, en la cual no se desperdiciaba nada, ni siquiera los excrementos animales ni humanos, utilizados entonces para abonar las tierras cansadas y restituirles los nutrientes absorbidos por los cultivos recurrentes. En ese desarrollo incesante de las fuerzas productivas y del comercio, aupado por el desarrollo de la ciencia, la tecnología y como resultado la invención de las vías férreas y los ferrocarriles, las carreteras y la tecnificación de la navegación marítima ,  fluvial y más tarde la aérea que reemplazaron el transporte de tracción animal ( la yunta de bueyes para el arado, la mula y el burro ), la invención de las vitrinas para exhibir las mercancías produjo un cambio en la conciencia humana : el desarrollo del fetichismo por aquellas y el narcisismo que empujaron al hombre al consumo irracional y desenfrenado. La contrapartida no se hizo esperar: montañas de desechos industriales y comerciales (plástico, icopor, envases, tapas, etc., PURA CHATERRA); basura que contamina la naturaleza y contagia al humano y a las demás especies animales. Basura que a través de un largo recorrido por quebradas y arroyos va a los ríos y por estos, finalmente al mar. O que parte de esa maraña se entierra ahora en los rellenos “sanitarios “.

El mar, como la chica de la canción, se nos volvió plástico. ¿Qué hacer con tanta chatarra y tanto detritus? ¿Se dice que las erres son la solución: reducir, rechazar, reutilizar , RECICLAR. Sí, reducir el consumo de productos,  sobre todo innecesarios, rechazar las acechanzas de los mercaderes, reutilizar empaques, envases etc. Y RECICLAR, literalmente meter de nuevo los residuos sólidos al ciclo de la producción y el consumo para no volverlos desechables.

Sin embargo, en Colombia, de acuerdo con datos de INTERNET el 78% de los hogares no recicla y se generan cerca de 12 millones de toneladas de basura al año, de los cuales se recicla en promedio un 17%. E n los próximos cuatro años, se prevén, que 321 rellenos sanitarios del país cumplirán su vida útil, razón por la cual urge un cambio cultural y mayor apoyo a los aprovechadores de residuos. Los planes, programas y proyectos tanto de la nación, los departamentos, distritos y municipios son tímidos, tangenciales  y coyunturales. Recientemente, el Ministerio  de ambiente habló de tres colores para el reciclaje: el blanco, el negro y el verde. Pero la gente y el comercio no le ponen color a eso porque ven la vida color de rosa. Así estamos acabando con la vida en el planeta.

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