Periodistas tomasinos celebraron su día
Por. Frencis Salcedo Fontalvo
La noche estaba constelada. El poblado plaza estaba con los brazos abiertos en espera de los personajes invitados para brindar por la vida, por la amistad y por tan digna profesión, la única que entra con tranquilidad a todos los hogares y sin pedir permiso irrumpe con la sutileza de las palabras orales y escritas, para mantener informada a la comunidad. Estos personajes que como gatos, no duermen tranquilos y se privan de los festejos familiares, porque siempre hay algún tema que comunicar para hacerlo de todos. Sí, son ellos los periodistas, personas sencillas que su única razón es la de ser filántropos, porque su ejercicio diario es por el amor a la gente. El periodista sale diario como el cazador lo hace en busca de su presa para alimentarse; sale a buscar la noticia fresca para llevarla a los oídos de la gente o a los ojos, para que se informen de los últimos acontecimientos, los cuales hay que hallarlos en el lugar donde se originan y que en muchos casos exponen su vida en peligro para poder lograr su objetivo. La vida del comunicador es estresante, son unos trota mundo de mentes abiertas para poder observar con objetividad y comunicar con imparcialidad lo que acontece, en estas sociedades inmersas en desigualdad, partiendo de sus propias cosmovisiones. Ese es el periodista, el ser humano que ríe, llora, sufre, ama, vive el desamor, canta, sueña, vibra de emoción y, en muchos casos su situación económica no es la mejor, pero siempre está dispuesto para tenderle su mano a la persona que la necesite.
La noche avanzaba lenta y en vuelo fugaz. El poblado seguía paciente esperando a los periodistas que se darían cita para celebrar su día destinado los 9 de cada mes de febrero. Manuel Pérez, el más veterano de todos, se atrasó porque el concejo de su pueblo lo exaltó con un reconocimiento por cumplir 45 años de ejercicio; pero llegó de lazos con su amada Esthelita, lo hizo en compañía de Frensis Isaac. Como los huracanes que trastocan la tranquilidad del espacio, llegó Edwin Navarro, pero de pronto, vino la calma que sucede a la tormenta, la trajo Alexandra De la Hoz y con su sonrisa nos aduló de ternura. Con la altivez del sol diario apareció Moisés Carrillo, proponiendo nuevos rumbos. Y, apareció la luna con ojos de mar, tierna y sutil, iluminó el lugar con la belleza de la diosa Helena de Esparta, se posó a mi lado la bella Dora Mejía. Ya el corcel negro Wladimir Bocanegra, había llegado de primero, nos esperaba cantando una salsa al estilo de Cortijo. Finalmente llegaron en un carruaje de sonrisas empujado por el viento de Eolo, Danny Pizarro y Aura Sierra, quienes trajeron el decorado para el brindis en agradecimiento a esta loable, digna y hermosa profesión que propende por el bienestar común de la sociedad. La voz morena de José Fruto, hizo eco en la distancia junto con la nasal de Juan Pacheco; no pudieron llegar, la piragua de Guillermo Cubillos se extravió en las aguas turbulentas del caudaloso Magdalena. Rodolfo Mejía, sigue besando a Cartagena jurándose amor eterno. La alegría fue el vino de la fiesta. Las anécdotas musicalizaron el ambiente y los proyectos comunicacionales: programas, charlas, seminarios, conversatorios, demarcaron el futuro para brindar a la comunidad los espacios sociales idos por causa de los desgobiernos. Los recuerdos empaparon nuestros ojos, José Bolaños, ni César Pertuz, ya no están; se fueron a la otra galaxia.
Y se apagaron las luces del Centro poblado plaza. Fue inevitable la despedida…
En honor a todos los periodista que con dignidad y altura, realizan su labor de mantener informada a la gente, no importando las adversidades que la vida pone a diario a cada persona.
Felicitaciones Periodistas, sin ustedes la vida fuese una fruta sin dulce o un niño sin sonrisa.