Medios de comunicación en cuarentena
“Los medios de información
aumentan la confusión
y la ‘verdá’ es mentira
y viceversa”
Rubén Blades, “Hipocresía”.
– Voz uno: ¡Se acabó la cuarentenaaa! ¡Se acabó la cuarentena, vacílate lo que viene! – – Voz dos: ¿Cuánto falta? ¿Cuánto falta?
– Voz tres: quince horas y diecisiete minutos”
– Voz uno: se acabó.
Tres locutores de cabina, dos hombres y una mujer, empleados de una de las cadenas radiales más reconocidas y laureadas en Colombia, a las 8:43 de la mañana del día 31 de agosto de este aciago año 2020, repetían, entre sonidos de sirenas y algarabía de carnestolendas, la engañosa estatal despedida de la cuarentena COVID-19 como si se tratara del paso de un año a otro o como si Colombia hubiese recuperado el istmo de Panamá. Frente a tan soez e innecesario escándalo y ante aquello de “vacílate lo que viene”, se me antoja preguntarme y preguntarles a mis queridos lectores si esa forma de comunicar coadyuva o no a la irresponsable estampida de una ciudadanía que cual “ganao malo”, aun dentro de las restricciones emitidas por diferentes organismos oficiales, se volaba la cerca con frecuencia y, como caimán en boca de caño, esperaba que le abrieran las esclusas del noveno mes para, de manera estrafalaria, romper con el confinamiento, sin medir que entre el 31 de agosto y el 1° de septiembre no han ocurrido cambios en el comportamiento del coronavirus, por lo que ahora, dentro del libertinaje autorizado mediante decretos, las posibilidades de contagio son mayores o por lo menos las mismas del mes recién terminado. ¿Se fue el microscópico asesino? ¿Alguien lo encarceló y lo mantiene en cautiverio? Claro que no, el invisible bichito sigue por ahí en busca de ojos, bocas y narices para viajar hasta los pulmones de más y más humanos.
El cardenal católico estadounidense John Patrick Foley, quien durante más de veinte años se desempeñara como presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales de la Curia de Roma, en su obra “Ética en las comunicaciones sociales”, afirma que “el bien de las personas no puede realizarse independientemente del bien de las comunidades a las que pertenecen”. Advertencia que, como diría el centenario periodista Chelo De Castro C., a los microfoníferos aquí aludidos les sabe a mal por cuanto desconocen la gravedad del alcance de sus palabras conviertidas en un “a bailar, a pasear, a comprar, a jugar… que la cuarentena se va a acabar”, y porque las orientaciones éticas cuentan para un muy reducido grupo de comunicadores ¡Qué manera irrespetuosa de emplear el poder de la radio y de los medios masivos de comunicación en general! Cuan lamentable desconocer los intereses comunes para postrarse a los pies del amo. “Ahora si volveremos a ser los mismos parranderos de toda la vida”, manifestó un oyente en otro punto del dial, cuando le preguntaron su opinión sobre la reapertura que hoy denominan nueva normalidad. ¿Cuál normalidad? Basta salir a la calle y encontrar por todas partes tantos disfraces de Llanero Solitario como personas transitan por las vías públicas. No, lo normal no ha retornado ni está cerca de volver Y si desde las tribunas radiales, se incentiva a la gente para que salga a conmemorar el fin que no ha llegado, la tragedia que se avecina es de incalculables proporciones. Ojalá, mis cálculos sean erróneos para bien de Colombia y para no convertirme en pájaro de pésimas predicciones.
Quizás, ese tipo de radio responde a las directrices provenientes del alto gobierno poco interesado en la salud del ciudadano del común, pero muy preocupado por complacer a los grandes emporios económicos. De allí que los encargados de tomar las decisiones se valgan de la estupidez de la masa para alimentar el caos y pescar en río revuelto.
Bajo la amenaza que para la comunidad representan ese estilo radial y las recientes determinaciones gubernamentales es menester extremar las medidas de autocuidado y bioseguridad. Nos queda la oportunidad de protegernos. Por lo menos de intentarlo.
Muy bien 👍👌👍
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