LAS VERDADES, CONSTRUCCIÓNES EMERGENTES DE LAS EXPLICACIONES
En estos días inmersos en contexto de crisis: corrupción, sanidad, económica e institucional o pandémica en general; en su orden de percepción o de aparición y relación; reflexionamos afectados por el miedo, la incertidumbre y la perdida de grados de libertad individual, constatando en las noticias y medios tanto nacionales como internacionales toda una discusión acerca de la verdad o de las verdades, distinguiendo, primero, desde el punto de vista personal: Las mías, la tuyas, la nuestras y, segundo, desde el punto de vista gnoseológico: la absoluta o científica y la relativa o circunstancial. Sin pretender exponer una catedra de filosofía, damos por sentado que las verdades absolutas son aquellas que no admiten discusión, son comprobables como la matemática, biológica, física, química; son científicas y la duda razonable sólo se presenta por falencias cognitivas de la persona cognoscente, que será superada en la medida que se adentre en el campo de ese saber; por ello aquella frase lapidaria, “No nos las sabemos todas”, y, en el campo de las verdades personales como las ideológicas, culturales, religiosas o políticas; sólo podemos construir consensos, explicaciones, contratos o acuerdos concluyentes y complicidades o conspiraciones.
Desde el punto de vista de mis verdades, “absolutas”, me muevo en la certeza o existencia de una emoción básica o de una sensación; porque no obtengo ningún beneficio mintiéndome a mí mismo sobre lo que tengo, soy, estoy o siento: Alegría, tristeza, miedo, humillación, dolor, rabia o sed, hambre, calor, frio, etc; son mis verdades personales y no están en discusión; pero desde mis verdades relativas representadas en mis convicciones ideológicas, culturales, políticas o religiosas; construidas sobre creencias o doctrinas, toca confrontarlas con las tuyas para llegar al consenso, acuerdo o pacto sobre nuestras verdades comunitarias aceptadas finalmente por mayorías.
Ejercicio para cuestionarnos sobre las clases de verdades que en la actualidad nos inquietan y nos ponen de presente lecciones concluyentes que desde finales de la edad media que creíamos superadas. En el prólogo de “El Nombre de la Rosa” de Humberto Eco, se lee la reflexión: “la verdad, antes de manifestarse a cara descubierta, se muestra en fragmentos, a veces ilegibles, mezclada con el error de este mundo, de modo que debemos deletrear sus fieles signáculos incluso allí donde nos parecen oscuros y casi forjados por una voluntad totalmente orientada hacia el mal”; hay que descubrirla. ¿Dirán la verdad las FARC, sobre todos sus delitos?, es una verdad política que habrá que construir y por supuesto que habrá impunidad y daños sin reparar. ¿Mataron las FARC a Álvaro Gómez Hurtado?, es una verdad política aceptada por ese grupo guerrillero, hoy partido político, hay quienes no les creen y con razón suficiente porque ahora son políticos. ¿Es verdad que el coronavirus, dios o demonio, que ha descubierto o desnudado los errores, perversidades e injusticias de un sistema económico y político mundial basado en el poder de ocultación y manipulación de sus elites, se generó en laboratorio?, ¿Sugestiones o manipulaciones?, hasta la belleza tiene poder de sugestión; instalemos la duda, el miedo o la esperanza en el otro y sacaremos réditos.
¿Si la verdad, es la fidelidad del discurso concluyente con los hechos en una sentencia justa, el mundo gobernado por elites perversas tendrá el deseo de desnudarla?, la esperanza es lo último que se pierde, dicen, basados en la sugestión de las “investigaciones exhaustivas”, pero éstas pertenecen al fuero de los poderosos políticos, codueños del negocio.