La explotación de los desastres: entre la ganancia y la manipulación de la realidad

Por Edison Charris Fontalvo
En el mundo contemporáneo, los desastres ya sean naturales, médicos o bélicos han dejado de ser meramente tragedias humanitarias para convertirse en oportunidades de inversión y negocio para ciertos sectores privilegiados. Se plantea que figuras con alto poder económico y político, como Bill Gates, no solo observan estos eventos con preocupación sanitaria o social, sino también como una ocasión para capitalizar sus efectos.
Esta crítica, que ronda la teoría de la especulación en contextos de crisis, sugiere que detrás de cada guerra, pandemia, colapso de infraestructura o fenómeno natural, existen inversiones previas, intereses ocultos y estrategias de marketing cuidadosamente diseñadas. No se trataría de generar el desastre, sino de estar preparado para sacar ventaja económica de él. La lógica es clara: se invierte en anticipación a la catástrofe y se obtiene rentabilidad durante o después de su desarrollo.
Incluso en escenarios ajenos al ámbito sanitario o militar, como los grandes eventos deportivos, se insinúa que existen dinámicas similares. Se organizan espectáculos a gran escala que no solo entretienen, sino que generan cifras millonarias, beneficiando a corporaciones, patrocinadores y actores estratégicos, muchas veces ajenos al ojo público.
Este fenómeno se conecta con una crítica más profunda al sistema informativo global. Se argumenta que vivimos inmersos en una realidad construida artificialmente a través de los medios de comunicación, la publicidad, las redes sociales y ciertas figuras públicas que dictan narrativas convenientes al poder. La verdad, en este contexto, no es más que una versión editada de los hechos, adaptada para mantener estructuras de control social y económico.
Una de las afirmaciones más controvertidas en este discurso es el cuestionamiento a personajes históricamente venerados, como la Madre Teresa de Calcuta. Se señala que, a pesar de haber sido símbolo mundial de la caridad, sus fundaciones movían enormes sumas de dinero que no siempre eran utilizadas para mejorar las condiciones de los más pobres. Este tipo de observaciones refuerza la idea de que incluso la imagen de la virtud puede ser utilizada como herramienta de manipulación.
En última instancia, este tipo de reflexión invita a ejercer un pensamiento crítico frente a lo que se nos presenta como verdad. Vivimos en una era de sobreinformación, donde discernir entre lo real y lo manipulado es cada vez más complejo. Por ello, se hace urgente cuestionar, investigar y despertar del letargo de las narrativas impuestas, para no vivir atrapados en una falsa realidad construida con fines que muchas veces nos son ajenos