Cavilaciones intrincadas
De un rato perturbado de cavilaciones intrincadas, después de ver un corto video del exsacerdote Alberto Lineros, donde habla de la creencia de la vida eterna, me llegó de pronto la idea de hacer un ejercicio: imaginar al planeta Tierra sin vida humana. Proyectar la existencia de la madre Tierra, este maravilloso caldo de cultivo de vidas, que se mantiene activo y vivo, sin la presencia nuestra, la de seres con capacidad cognitiva.
Pensé entonces en conjeturar una situación probable donde dejáramos de existir. Imaginé el hipotético caso (que puede ocurrir) en que llegara a caer nuevamente a la Tierra un asteroide del tamaño del que una vez causó la extinción de los dinosaurios, y que esta vez produjera una situación extrema que extinguiera la vida humana, ¿qué pasaría con lo construido por nosotros?, lo que ha nacido y desarrollado a través nuestro ejercicio cognitivo, lo que hayamos convenido y construido como sociedad: los idiomas, los números, las normas, los sistemas de medidas, los métodos, los símbolos, la historia, las edificaciones, los monumentos, las costumbres, las leyes, la religión, la cultura, las deidades, las anécdotas. Aquello que tiene una huella humana. Todo lo que ha brotado de nuestras mentes y con lo que sustentamos nuestra existencia. ¡Tremendo punto de encrucijada!
Sigo en este discurrir de revolcones mentales pensando cómo dejaría de medirse el tiempo por segundos y horas, para entonces solo por el paso de la noche y el día. Imagino a los animales y plantas sobrevivientes de la catástrofe invadiendo nuestras anteriores áreas de habitación tratando de expandirse y de multiplicarse, aprovechando al máximo nuestra ausencia, nuestro exterminio. Producida por el nuevo ambiente, ocurriría una agresiva situación que trataría de borrar todo tipo de registro, de huella humana, incluyendo nuestros propios restos humanos hasta convertirlos en partículas diminutas, en polvo.
Pero ¿acaso todo lo que el ser humano haya creado y desarrollado a través de la cognición dejaría de existir? ¿qué pasaría con lo que se ha descubierto, creado, con el raciocinio, bajo el concepto de ciencia? ¿también dejará de existir, de tener vigencia? ¿dejará acaso el sol de generar luz a través de lo que descubrimos y conocemos como fusión nuclear? ¿o acaso dejará de salir por lo que hoy convencionalmente determinamos como oriente? ¿dejará el sol de ser el centro del sistema solar? ¿dejará la luz de desplazarse a una velocidad que para nosotros es de 299.792,458 kilómetros por segundos? ¿dejará de ocurrir la evaporación y la condensación? ¿dejará de llover? ¿dejará de existir los elementos químicos y sus reacciones? ¿dejarán los planetas de circundar nuestra estrella solar a unas distancias y velocidades ya medidas por nuestros instrumentos y unidades de medición? ¿dejará de existir los cometas, las estrellas, los eclipses, las nebulosas, los agujeros negros, las galaxias, los meteoros, los océanos y sus corrientes tal como lo conocemos ahora? ¿dejarán de existir las células y los sistemas biológicos ya consabidos, en los organismos sobrevivientes? ¿dejará de existir la energía, la fotosíntesis, las cargas eléctricas, la gravedad, el magnetismo?
Abordando las anteriores preguntas, me respondo que no. Que no todo lo que se haya descrito bajo el amparo de la Ciencia dejará de tener existencia, que hay una realidad latente descrita que tiene una existencia mucho más allá de la nuestra. Mientras el universo se mantenga de la forma como ahora lo conocemos, ese será un estado absoluto de la materia que estará por encima de nuestra vida y muerte, ya que se hace inalterable ante la ausencia nuestra.
Ahora ¿qué pasará con los otros elementos con que a la par prosperamos, con los que sustentamos nuestra existencia, nuestra convivencia? Como lo son: las construcciones sociales, las normas, la forma de intercambiar lo que producimos, el dinero, nuestros saberes, todo lo que hemos definido en la enseñanza para lograr hacer más entendible la vida; lo relacionado con la cultura, el arte, la gastronomía, la literatura, el baile etcétera. Infortunadamente todo aquello sucumbirá. Todas las herramientas inventadas, construidas, desarrolladas para convivir y para descifrar nuestra propia vida y nuestro universo, será objeto de destrucción por parte del nuevo ambiente.
Igualmente quedará destruido, convertido en absoluta nada, aquel indeterminado y delirante mundo construido en nuestras mentes, al que llamamos espiritual (inframundo). Este ingrediente antiquísimo que también hace parte nuestra sustento, que nació del desconocimiento, de la ingenuidad, de las fantasías, de las alucinaciones de nuestros primeros ancestros (y que se ha extendido a lo largo de la existencia humana) en la precariedad y ante la necesidad de darle de cualquier forma sentido a
sus vidas, igual que sus entes, llámese espíritus, demonios, dioses, ángeles, orishas, fetiches, hadas, santos, ninfas y largo etcétera.
Valiéndome del desarrollo de este escenario hipotético, llego a concluir, que si se llegase a presentar no habrá un mañana, ni un más allá para nosotros. Que absolutamente todos nuestros proyectos como individuos y como sociedad humana, quedarán aniquilados de un solo tajo, así como nuestras riquezas y miserias, igual que virtudes y defectos. Que, aunque seamos lo únicos seres en tener conciencia de su existencia, no somos invencibles. Que sólo aquello que se pudiera demostrar bajo la luz de la ciencia estaría más cerca de existir por sí mismo. Que sería el final para un cúmulo de ideas y costumbres que arrastramos y que nos han hecho codificar la vida en términos netamente míticos. Que podremos entender ahora, que no es fácil desprenderse de los mismos al ser instaurados por tradición, por cuestión de cohesión social en nuestras mentes desde muy niños, hasta llegar a convertirse en prejuicios, en esquema cerebral; pero que finalmente mueren cuando se acaba la misma vida.
En las circunstancias descritas solo cabría la posibilidad de salvarse nuestras huellas humanas, si en el futuro unos seres con capacidades cognitivas se desarrollaran aquí, o llegaran de otro lugar del universo, antes de que estas estén totalmente borradas.