Haz lo que quieras, que la vida espuraficción y está llena de contradicción

No me gustan, los prólogos en los libros de poemas porque despojan el verso del toque subjetivo, corriéndose el riesgo de ver el poemario como un libro de economía, el cual descarna la realidad para poder comprender racionalmente las circunstancias que originan los factores económicos en la sociedad.
En este caso, quiero explicar el nacimiento del título de este nuevo texto poético. ¡Hace algunos años fui a visitar a mi amigo Mario Molinares a la población de Santo Tomás ene! departamento del Atlántico y allí, en su casa, me presentó a su hermosa niña, Diana Margarita quien, con la inteligencia precoz de este milenio, inmediatamente, me increpó, con cierto desparpajo igualitario: ¡si eres poeta, por qué no me declamas una poetada! Me fascinó de entrada la agudeza mental de la hija de Rosita mejía. Así buscando nombre a este libro acudí aquel grato momento de familiaridad, del cual no me cansaré de hablar y escribir. Cuando ya estaba próximo a editarlo fui amenazado de muerte. Esenin escribió: Vivir o morir nada nuevo es”. Pero cierto es que un señalamiento de esta naturaleza le trastoca a uno su panorama cotidiano. Jamás pensé que iba a ser víctima de la invocación del mensaje de algunos poemas que había escrito en situaciones difíciles de nuestro país como aquellos que publiqué en un diciembre fatal; de mujeres no hablemos bus que cada cual su compañía, antes que la soledad inicié su terror.
O de aquel poema que he titulado Poeta amenazado, en estas circunstancias, se vive en carne viva la falta de solidaridad personal e institucional. Los amigos desde lejos te recomiendan desde el exilio hasta la compra de un revólver. El poeta argentino Juan German recordaba en su discurso al recibir el premio Nacional de Poesía que para los atenienses de hace 25 siglos el antónimo de olvido no era memoria, era verdad. La verdad de la memoria en la memoria de la verdad. Las dos son formas de la poesía extrema, esa que siempre insiste en develar enigmas velándolos. Alguien dijo que la poesía es la sombra de la memoria. Creo, en realidad, la poesía es memoria de la sombre de la memoria. Por eso nunca morirá. Ahora entiendo más la anestesia que se ha apoderado de nosotros los colombianos. Estoy dispuesto y así se lo he comenta do a mis hijos de que en caso de que sea asesinado dejen mis despojos en la calle para que los goleros disfruten el festín de la impunidad que revolotea en nuestro país. Nos falta el valor de Antígona quien reclamó el cadáver de uno de sus hermanos —acota- Álvaro Pardo, por encima de las diferencias tácticas de guerra que los separó en vida, ella antepuso el principio filial. Nosotros, en cambio, no hemos encontrado un principio humano que nos despierte las claridades conceptuales de nuestra época para resolver nuestros problemas. Frente a este hecho de amenazado me pego más a la vida y por eso espero leer este poemario bajo la fronda del árbol que me regaló Mario y el afecto solidario de mi primo hermano Carlos Palma.
Siempre he admirado en el poeta Federico Santodomingo su valentia de aceptar el desafío de adentrase en lo desconocido a pesar de los miedos que todos tenemos.