En qué vivimos
Se viven en el presente tiempos tormentosos en nuestro país, el advenimiento de la pandemia por la Covid- 19 hace ya casi año y medio que no parece amainar, puso de manifiesto lo malo, que, como sociedad, teníamos en el baúl del olvido y que afloró como consecuencia de varias noxas que padecimos.
Aparte yá del de todos conocido precario sistema de salud nuestro, no preparado para este tipo de situaciones, el lucro sin medida de personajes en el sistema gubernamental que sin pudor pescan en río revuelto para ensanchar más sus arcas, el detrimento rampante y progresivo de la calidad de vida del grueso de la población, las cifras de pobreza que llegan a más del cuarenta por ciento, la inseguridad, condiciones laborales exiguas y frágiles, sumado al deseo del gobierno de gravar hasta el aire respirado, hacía pensar que como país éramos una bomba de tiempo a punto de estallar como efectivamente sucedió.
Se vino el paro motivado por una lesiva reforma tributaria en donde la clase trabajadora era la damnificada con todas las arandelas que esto conlleva, pérdidas económicas, desmanes, mas pobreza, atraso en el aparato productivo etc, etc. Se instala a regañadientes una llamada mesa de diálogo y negociación con representantes del comité organizador del paro y del gobierno en donde el estado parece indolente ante esa situación y se percibe cierto halo de desdén de no solucionar o deseo de dilatar la formula magica que permita conjurar este enojoso asunto, poner fin a este entuerto y que prime la concordia.
Decía el famoso pensador chino Confucio: “En un país bien gobernado debe inspirar vergüenza la pobreza. En un país mal gobernado, debe inspirar vergüenza la riqueza”. Tal parece que eso no es aplicable a nuestro terruño si nos asomamos a la brecha social cada vez mas amplia que vivimos. No es pecado soñar un país donde las oportunidades en salud, educación y trabajo sean asequibles a todo el mundo. Atormenta pensar, que con la cantidad y monto de impuestos a bienes de consumo, transacciones económicas y los ingresos laborales no importa si es mediante contratación directa, ops, o mediante tercerización en las mal llamadas cooperativas o empresas de servicios temporales que es lo usual en estos tiempos, no se tenga por ejemplo, acceso a una educación pública de calidad y un sistema de salud público enmacado en altos estandares, dos pilares que definen el grado de desarrollo de un pueblo. Sin embargo, hay que recordar que nuestro modelo económico actual es afín a las políticas neoliberales del Consenso de Washington, formuladas en 1989 y conformado por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y por el Tesoro de Estados Unidos, que en algunas de sus diez recomendaciones a paises en vías de desarrollo en latinoamérica, promulgan la privatización, reforma tributaria basada en aumento de impuestos a una base cada vez mas amplia, liberar las tasas de interes, liberar la inversión extranjera, entre otras.
Agrava la situación actual la polarización que se vive, cualquier concepto que se emita en alguna conversación ocasional puede ser catalogada de ideas izquierdistas o de extrema derecha según el interlocutor, sin que se tenga claro la significancia de esos conceptos dando pié a estigmatizaciones que podrian generar altercados incluso con personas cercanas.
Por otro lado, con el inminente inicio de campañas electorales para la presidencia, en muchas personas, el buen juicio se nubla por la avalancha de información de todo tipo referente a falsas ideologías que se manejan en las redes sociales, periodismo sesgado y a veces con tintes amarillistas, lavan mentes encarrilandolas hacia un pensamiento no crítico, casi obsesivo, como una plaga que todo lo carcome, en donde fallan inclusive las vacunas de haber trasegado por el ambiente académico aún en niveles superiores, actuando como seres con una castración mental que raya en el adoctrinamiento. Lo anterior es terreno arado y abonado para que personajes sin ningún tipo de argumentos, planes de desarrollo, planificación programática ni un serio programa de gobierno ejecutable, apelen a las emociones viscerales de estos incautos, promulgando visiónes cataclísmicas del futuro en caso que no acojan sus directrices. Decía el político romano Cornelio Tácito: “El poder conseguido por medios culpables, nunca se ejercitó en buenos propósitos”. Toca aferrarse a la esperanza de elegir buenos gobernantes a futuro, con una profunda sensibilidad social, que advoquen a gobernar por una justicia social general que estamos en mora de tener y que ejerza el poder con convicción, pulcritud,ética, honradez y no con engañifas y triquiñuelas que tanto daño han hecho, pero para eso, necesitamos expoliar cualquier idea preconcebida que obstruya nuetro análisis crítico de las propuestas planteadas por los aspirantes a regir los destinos del pueblo. Decía el presidente de los Estados Unidos Abraham Lincoln: “Se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo”.