El cuento del gallo capón y la juventud
El cuento del gallo capón, que tuvo su origen en esa prodigiosa creatividad y capacidad narrativa del pueblo raso de Macondo, inmortalizóó a nuestro laureado, Gabriel García Márquez, con el premio Nobel de Literatura, en su obra cumbre, “Cien años de soledad”.
Según su versión, “los que querían dormir, no por cansancio sino por nostalgia de los sueños, recurrieron a toda clase de métodos agotadores. Se reunían a conversar sin tregua, a repetirse durante horas y horas los mismos chistes, a complicar hasta los límites de la exasperación el cuento del gallo capón, que era un juego infinito en que el narrador preguntaba si querían que les contara el cuento del gallo capón, en un círculo vicioso que, se prolongaba por noches enteras”.
Traigo a colación el cuento del gallo capón, porque puede servirnos de metáfora a propósito del cuento de nunca acabar de que en Cuba, el comunismo lo que genera es miseria, ignorancia, opresión, creencia ampliamente difundida por la clase dominante de los países capitalistas que, viven de los recursos y del trabajo de las personas que habitan los paises subdesarrollados a los cuales saquean con lo que ellos llaman eufemísticamente “inversión extranjera”, lo cual consiguen difundiendo la cultura masiva del individualismo, del egoísmo, de la dispersión, de la sumisión, ante el que creen superior y de la envidia ante el igual, de la destrucción, del conformismo a la vulneración de los derechos, de la indiferencia ante los problemas sociales, del importaculismo y de la competencia estéril, “yo soy el mejor”, “el que más tiene”, “el que más puede”; el primero, segundo y tercero yo; los demás que se jodan, de las apariencias en lo que lo importante no es ser, hacer y tenér sino aparentar que se sabe, que se hace, que se tiene y cuando uno los observa con detenimiento y analiza, se da cuenta de su vida social precaria tan paradójica, toda la vida se creyeron sabios, ricos y libres, pero se la pasaron todo el tiempo trabajando subordinados para otros enriqueciendo al empleador y su máxima aspiración fue conseguir una “buena” pensión para la vejez, ignorantes de que, para tener una vida digna y ser libres se necesita saber administrar y tener los factores de la producción de bienes y servicios como son la tierra, la maquinaria, las herramientas de trabajo, la materia prima que transformar, los trabajadores y la organización empresarial; si alguno de estos factores falta no se tiene ninguna producción ni se puede prestar ningún servicio; la consecuencia de ello es la escasez, la pobreza. Han ignorado que obtenido el bien o servicio se deben realizar actividades como distribuir, intercambiar, ahorrar, invertir consumir y repetir el ciclo permanentemente para que siempre haya progreso. Vivieron ignorando que, se debe pensar, hablar y actuar siempre en función del generoso nosotros, de la solidaridad, de la inclusión, de la igualdad social que es, lo que permite el progreso, la paz social y la felicidad individual.
Para comprender nuestra situacion social actual debemos partir de dos realidades importantes: (i) América Latina es la región, más desigual del mundo y (ii) está rezagada en su desarrollo. Independiente del modelo Económico, cultural y político que hemos tenido, pues no hemos encontrado la salida. Y movernos como un péndulo de un extremo al otro, no nos va a ayudar.
Nos han faltado líderes que, sepan colocar bien la escalera contra la pared para que no se caiga y gerentes que sepan subir sin tropiezos la escalera. Silenciosamente se ha formado una juventud con un ideal de libertad y progreso preciso con ideas frescas, capaz de cambiar la situación social, agobiante en la que vive la gran mayoría; juventud a la cual no se puede mandar a matar cuando protesta sino a la que hay que dejar gobernar, abrirles los espacios, darles las oportunidades, ya que si nosotros no servimos para crear, conservar y aumentar una situación social mejor, en la que el bienestar fuera para todos, al no cambiar la situación de pobreza ignorancia y abandono porque, siempre elegimos a los mismos que crean y viven del subdesarrollo, la miseria e ignorancia de la mayoría y nunca nos decidimos realmente a cambiar la situación social, contándonos el cuento del “gallo capón”, de nunca terminar, para sobrevivir en el circulo vicioso de la escasez, de la corrupción, de la violencia, debemos aceptar que los jóvenes, sean quienes encausen a este país por la senda del progreso hacia el bienestar general.