16 marzo, 2025

CONFUNDE Y ATEMORIZARÁS Por Giancarlo Silva Gómez

Nacimos, por desgracia histórica, en un país violento como ningún otro. Vivimos de guerra en guerra, de conflicto en conflicto, de pelea en pelea.

Pasamos de las guerras anodinas como la de los mil días, a las violencias partidistas y rebeldes, a la sevicia del narcotráfico y el paramilitarismo, y por una serendipia de nuestro aciago destino estamos viviendo una nueva violencia: la violencia política.

Por años nos han vendido la idea maniqueísta de tomar obligatoriamente un bando: primero debíamos ser azules o rojos, luego socialdemócratas o del establecimiento, tradicionales o alternativos, y ahora, a fuerza de medios de comunicación, debemos ser de izquierda o de derecha.

Pero volviendo al almendrón de estas líneas, quiero referirme a la violencia política, entendida como una fuerza arrolladora que pretende menoscabar al otro a fuerza de la descalificación y la injuria, que pretende amasar la opinión por bodegas en redes sociales y memes, que te obliga a creer en los medios de comunicación como borrego.  

Nos manipulan estirando nuestras opiniones como un elástico.  

Nos llevan a creer que el otro es un enemigo, que está equivocado, que es un ignorante o pelafustán sin oficio ni beneficio. Nos hace dueños de una verdad revelada por falsos profetas de la información. Distancian amigos y familias por el sectarismo construido a fuerza de imponernos esta violencia.

Así como hace más de 2 décadas surgió el antiuribismo, del sombrero de un mago surgió el antipetrismo. Y el grueso de la población, que no conocemos (me incluyo) los entresijos de esas pujanzas políticas, nos comemos el cuento macilento y mórbido que solo hay dos opciones y que necesariamente estar en una de ellas implica atacar la otra. La rutina del policía bueno y el policía malo.

La izquierda y la derecha no existen. Menos el centro. Son una construcción intencional parecida a la existencia de dios o las dietas milagrosas del farsante del doctor bayter.  

Y para afirmar la inexistencia de estos supuestos espectros quiero apoyarme en la instrumentalización de la memoria realizada por actores de allá y acuyá. Por artilugios, pasamos de la confrontación bélica a la confrontación del relato, es decir, los falsos positivos que representan el uribismo puro y duro de derecha se contraponen a las decenas de muertos y desaparecidos en el palacio de justicia por el M-19 de la izquierda de petro. No existen esos extremos, es puro cuento. Solo quieren vender una narrativa que les permita acceder al poder.

Para la campaña del 2026 vamos a estar, a fuerza de la violencia política, más divididos como sociedad. Los unos nos venderán el miedo al resurgir de los grupos al margen de la ley y los otros nos venderán el temor a volver a lo que había antes.

Van a instrumentalizar por intereses políticos la memoria, la acomodarán sus intereses. El miedo será el acicate de una campaña que será violenta y arrasadora. Votaremos, por desgracia, con temor y desinformados.

En las campañas anteriores las princesas a rescatar eran la paz y la corrupción. Ahora, nuestros valientes caballeros andantes de yelmo y celada, nos recatarán de la versión de la historia que cuente su enemigo. Es un lodazal fétido e informe, forjado a fuerza de la sociopatía de nuestros dirigentes.  

El miedo se impone gracias a nuestra candidez.

 

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