7 septiembre, 2024

Air-e, una catástrofe aérea

Por: Pablo Emilio Caballero Pérez

El nombre, ya sea de una persona natural o jurídica, le confiere identidad a quien o a lo que lo lleva. Siempre me he preguntado  por qué le colocaron a ese “muñeco” que armaron los políticos tradicionales un nombre bilingüe, en inglés air y en español air-e. Y la única explicación posible fue la pretensión de hacer creer que había llegado “un nuevo aire” a la prestación del servicio de energía que en el Caribe es de fuentes convencionales (carbón y petróleo) y no de fuentes alternativas, el aire o el viento por ejemplo.  

Tal pretensión ha quedado en el aire, porque la empresa constituye “an air disaster” “una catástrofe aérea” ya que a raíz de las altas tarifas, está llevando a la comunidad de usuarios “a vivir del aire”; lo corroboran los “uppercuts”, “ganchos” de derecha directos al estómago del usuario, que lo dejan sin aire y condenado a morir de inanición, en el caso de los estratos bajos, al empobrecimiento de las capas medias y a la ruina o éxodo de los pequeños y medianos comerciantes e industriales.

La estrategia o “jugadita” perversa de la empresa para aumentar las tarifas, más allá de lo normal, deriva de la ventaja de la posición dominante que le otorga la ley 142 de 1994 (art. 133 Cap. I, Título VIII) de servicios públicos y del mecanismo de cobro por cálculo estimado del consumo, cuando se daña el medidor o cuando no se hace la lectura, incluso, por responsabilidad de la empresa. En estos casos, el cálculo estimado se hace promediando el último consumo con relación a los anteriores, estimado que siempre deja al usuario lastimado. Yo he sido víctima de la “estimación”, la cual ha terminado en “laceración”.

En abril, por ejemplo, la factura apareció sin lectura actual, al mes siguiente, mayo no se pudo hacer la deducción normal del consumo restando de la lectura actual, la anterior. Y ahí, el “Ay mamita mía”; Valor de la energía un millón doscientos cuarenta y siete mil setecientos sesenta y uno, excluyendo tasas y aseo.

En el sector rural la malhadada empresa pretende arbitrariamente disponer de las competencias para establecer la estratificación social y entonces clasifica como industriales y comerciales a pequeñas fincas que no producen ni para pagar el salario de un trabajador. ¡Vaya despropósito! Pero claro, air-e está conformada por un grupo de mercachifles cuya única misión es hacer plata de la noche a la mañana, ¿Qué dirán ahora los políticos tradicionales que privatizaron este servicio y son partidarios de privatizarlo todo? A los usuarios nos toca hacer como Diógenes, el cínico; tomar una lámpara, seguir en el túnel y esperar el final del mismo para ver si encontramos luz.

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