RECONOCIMIENTO DEL FALSO DISCURSO
El discurso se expone y cambia de acuerdo con el contexto o circunstancias, la verdad entonces emerge como explicación, si ésta es científica o demostrable se dice que se produce el consenso que deja a todos en un nivel de comprensión y formación sobre los hechos planteados o discutidos. No siempre se llega a un acuerdo o entendimiento sobre lo desconocido y hay que apelar a la experticia, a quien tiene la calidad, competencias y experiencia o sabiduría en el tema. Así debe funcionar la educación o formación, el docente, es un coparticipe o facilitador para con sus alumnos, nada se impone, se construyen verdades relativas que en el futuro la ciencia ajusta.
La vida con todas las experiencias que nos toque vivir, es el centro académico por excelencia, nacemos y en principio nos educan en buenas costumbres o modales nuestros padres, si tenemos la fortuna que ellos enseñen lo bueno que aprendieron, después nos mandan a la escuela donde aprendemos ciencias, lenguas, técnicas y tecnologías para un mejor vivir y no aceptar pasivamente la realidad pero a todo este proceso se le atraviesa el adoctrinamiento basado en creencias o explicaciones vinculadas a mitos, magia o superstición y respaldadas por pseudociencias de dudosa reputación y bajo la directriz de un chamán, profeta, pastor, astrólogo, vidente, médium,brujo, futurólogo o culebrero, es lo mismo, autoproclamándose sus dones para vender lo que evidentemente no tiene. ¡Pescar en río revuelto!, ¡estafa bobos o marranos!, es la acción, el discurso en consignas, y te venden el paquete chileno, la pomada milagrosa contra los calambres, dolores e impotencia; la oración fuerte del espíritu santo contra el coronavirus, la oración o el perfume contra la infidelidad, las medias y tapabocas con hilos de cobre para que el coronavirus no entre por allí, el jabón antibacterial que nos debilita la piel y nos conduce a comprar la crema reparadora y todo esto con descuentos inimaginables y así sucesivamente la gente busca a quien quitarle su sustento.
La filosofía del “vivo vive del bobo” se ha disparado en este contexto de pandemia, estafadores de toda índole que hicieron su estudio de mercado o te perfilaron y quieren arrebatarte los pesos ahorrados. Ojo cuida el dinero, que está y va a escasear aún más. No compres bienes o servicios superfluos o esotéricos; pon de preferencia alimentación sana y medicinas científicas. Es indudable que los analgésicos alivian los dolores, la esquizofrenia es un trastorno mental, pero no lo cura el cura ni el exorcismo, ya existen remedios científicos para sobrellevarla, para el sida y el cáncer también.
Alguna vez escribí en este mismo periódico un artículo preelectoral sobre el funcionamiento de las neuronas espejos en los humanos, a partir del estudio de los primates por el científico italiano Giacomo Rizzolatti, para identificar a un político mentiroso y narciso a partir de su discurso, gestos o vestimenta; investigación que sugiere bajo las premisas de la Neurociencia en el estudio del cerebro que la actividad neuronal se asocia con un flujo sanguíneo en el área frontal del humano, una actividad metabólica y un consumo de glucosa más altos. Esto sugiere que el cerebro humano entiende la dirección de las acciones conocidas de los demás por simulación motora, en términos simples, podemos identificar a un falso, mentiroso o narciso por sus movimientos y cambios faciales, enrojecimiento de orejas o nariz, cambio de dirección de su mirada, respiración acelerada o apacible; pero en estos momentos las ventas de la verdad y la mentira se hacen por la televisión y por redes sociales y necesitamos un fuerte entrenamiento en neurociencia o sea conocimiento, este es poder, deberíamos empoderarnos, educación para ello, ahí el problema de las falencias cognitivas, nadie se las sabe todas. El dios dinero nos alivia de muchos inconvenientes y a veces nos provee placeres, si lo tenemos, su único templo está en las bóvedas bancarias, si no lo cuidamos y lo perdemos, tenemos que salir a vender lo que no tenemos, hoy le llamamos creatividad, o a robar. ¿Se ve venir?