El Covid-19, una oportunidad forzada para la reinvención
No sé, si es locura o cordura, pero esto creo. El año 2019, sorprendió a la humanidad mundial con el Covid-19, un virus implacable que terminó aislando a las personas de la sociedad, apartándolas de sus acciones cotidianas, para evitar el contagio con esta plaga que viene acabando la vida de miles de humanos sin mirar raza, ni credo, ni color político, ni estrato social; pero, que su objetivo principal son los seres humanos de mayor edad; eso contemplan las estadísticas a nivel mundial, que con el aumento progresivo de individuos infectados y con un alto índice de muertos a causa del microscópico “personaje”, la Organización Mundial de la Salud (OMS), le dio los honoris causa de Pandemia. Ante semejante título, se prenden las alarmas en todos los países que componen el globo terrestre, aparecen las medidas preventivas: lavado de manos constante, tapabocas y, el aislamiento en casa, que muchos llaman cuarentena y algunos confinamiento, para poder evitar la propagación; las empresas envían a sus empleados a casa; algunas con salarios y otras confinan a su personal en casa sin salarios; se formó el disparate universal, con la mayor parte de la población que subsiste del diario vivir: el rebusque, el puerta a puerta, el agáchate y escoge, la llamada economía informal, que ha dejado al descubierto en Colombia, para no saltar al patio del vecino, que es ésta la que mueve en el mayor porcentaje al país. Por su parte el gobierno nacional, implementa una serie de medidas para sopesar la situación, aparecen los subsidios solidarios, la entrega de alimentos a los pobladores más vulnerables, la educación virtual (sin la preparación de los docentes, en el tema, la falta de conectividad y accesibilidad de Internet en varias regiones del territorio), que la hacen difícil, casi imposible de cumplir; si se habla de educación de calidad. La madeja se sigue enredando, la corrupción que pulula en este país del sagrado corazón, extendió sus tentáculos colocando sobrecostos en los productos de la canasta familiar que fueron entregados a las familias, con contratos exagerados donde un producto con precio normal de $ 4.000, lo colocaron por $ 19.000, sólo para mostrar un referente de tantos. La situación es aprovechada por muchos gobernadores y alcaldes, para mostrar la foto cargando una cajita semivacía que fue entregada a una familia, aprovechando que la pandemia nos mantiene distraídos y preocupados por la situación de salud, que la gestión de algunos de estos mandatarios no ha arrancado, porque la pandemia la han utilizado como sofisma de distracción, como lo afirma Albert Camus, en su libro la Peste, acaldes y gobernadores escudados en los rincones del Coronavirus, nombre con el que se lo conoce al Covid-19. Cuales quiera, sean las situaciones, es necesario entender que el mundo humano está hoy, caminando de cabezas con los pies para arriba, la gente atemorizada por las innumerables informaciones que han desvirtuado la realidad, nos mantienen con los pelos de punta entre el pánico, el terror y el horror, viendo montañas de cadáveres en cualquier ciudad del mundo, en espera acelerada que encuentren la vacuna para no morirnos de Covid-19, porque es mejor morir por desamor (como sucedió con Francisca en los tiempos del colera, según relato de García Márquez) y de hambre por falta de empleo, que por el virus, que algunos expertos conceptúan que no es natural, sino, biológico creado por los grandes imperios del mundo para acabar con la población adulta que le trae problemas a los gobiernos por los costos de sus sostenimientos. ¡Amanecerá y veremos, dijo el ciego!.
De lo planteado anterior, debemos sacar lo bueno, porque los seres cognitivos, tenemos la capacidad de razonar y buscar soluciones a los problemas diversos que a diario nos pone la vida; entonces creo yo, que los colombianos veníamos dormitando como lo hace la piragua de Guillermo Cubillos, figura narrada en el bello canto del maestro José Benito Barro, “La piragua”, en espera que las calmadas aguas nos traigan a las orillas para seguir cantando coros al compás de las sirenas marinas enamoradas, por tales motivos, es vital que cada uno de los habitantes de la redonda tierra, nos reinventemos, que cambiemos de paradigmas; es necesario salir de la zona de confort, para entrar en las aguas turbulentas que nos enseñen a navegar en medio de cualquier tempestad, para salir airosos; los docentes a replantearse nuevos esquemas y formas pedagógicas para entregar el conocimiento a los discípulos, los médicos a ser más humanos con sus pacientes que son de carne y huesos, los gobernantes a entender que gobiernan para su gente y que no son eternos en el poder, la familia a reencontrarse para amarse y abrazarse, con miras alcanzar la meta de la felicidad. El Covid-19, nos enseña que hay diversas formas para andar en la existencia y que los caminos hacia la victoria son diversos; sólo, hay que saber tomar el preciso para llegar sin contratiempos, ni cansancio. Recuerda que el labriego siembra la semilla, aunque la tierra tenga sed porque el agua no viene, pero siempre guarda las esperanzas que el vital líquido caiga a torrentes; luego recoge su cosecha feliz y lleno de esperanzas. Entiende que el cambio es un imperativo, hoy.
El hombre tiene la capacidad de reinventarse y trabajar en equipo.
Que está emergencia sanitaria que nos tiene confinado en las casas sea la oportunidad para retomar los valores que le dan sentido a la vida como el amor, la Amistad, la solidaridad, la fraternidad.
Pero los que no se reinventan son los corruptos que continuan haciendo con los dineros de los más necesitado fiesta y nada. Pasa.