OJALÁ
INTERJECCIÓN AMBIVALENTE
POR: DIOBALDO CÉSAR HEREDIA GUTIÉRREZ
En esta lucha de contrarios a la que estamos sometidos los ciudadanos de este hermoso país, que nos pone a escoger emocionalmente uno de los extremos, del cual no tenemos una alta certeza de que funcione razonablemente para una excelente convivencia, me recuerdan expresiones artísticas: canciones, poesías, cuentos y novelas que incorporan esta bella interjección, que describe acertadamente nuestras opciones de vida para bien o para mal. Del título, a la canción de Silvio Rodríguez, escojo la siguiente cita:
“Ojalá que la lluvia deje de ser milagro… Ojalá el deseo se vaya tras de ti,
A tu viejo gobierno de difuntos y flores, Ojalá por lo menos, que me lleve la muerte, Para no verte tanto, para no verte siempre, En todos los segundos, en todas las visiones,
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones” …
Interpretando, ojalá que no existiera el amor y ojalá que el desamor me ayude a olvidar su existencia, que la lluvia no sea la cómplice de nuestros encuentros furtivos y el deseo se pierda con tu huida; o, desde la óptica política, ojalá que la decepción por las historias oficiales, que cuentan mentiras y elevan monumentos sobre sus difuntos gobernantes, le abran paso a la vida para no tener visiones de muerte imposibles de controlar.
De la canción de Juan Luis Guerra, recito:
“Ojalá que llueva café en el campo. Que caiga un aguacero de yuca y té, Del cielo una jarrita de queso blanco,
Y al sur una montaña de berro y miel” …
Ojalá que la lluvia traiga abundancia y acabe con el hambre, condena en este planeta a los más pobres, fertilidad proveída por la naturaleza que nos salvará aquí y no en el cielo. Cuando la lluvia se torna inclemente la oración cambia de sentido y exclamamos: ¡Ojalá que deje de llover!; es el ciclo equilibrado de la
naturaleza, no hay petición que valga, ella exclamará en su lenguaje: ¡Ojalá me cuides, depredador!,
De la novela Ojalá la Guerra, escrita por mi coterráneo Iván Fontalvo, tomé el concepto o significado con el que termina la novela, en boca de su protagonista, el profesor Armenteros. En tiempos de una guerra fratricida disfruta del amor total de su amada, la fidelidad, por el encierro impuesto por el jefe guerrillero que se tomó el pueblo y restringe las libertades. Pero una vez recuperado el pueblo por la fuerza pública y con ello las libertades, surge la infidelidad que afecta al alcalde y al profesor con sendas infidelidades de sus esposas. Parafraseando al famoso escritor: Ojalá el encierro con la paz interior ansiada por el maestro, porque la libertad es una mentira.
Paz o guerra, ojalá la paz, porque la guerra mata el amor por el prójimo, destruyendo los grados de libertad y los excesos de ésta, se convierten en libertinaje y desorden, con tendencia al odio, al delito y la infelicidad; Ojalá el control institucional necesario; la justicia social.
Desarrollo o subdesarrollo, ojalá el desarrollo. Ojalá que todo no sea negociable para conseguir aparentes consensos. Ojalá que el ascenso político no se base en la expresión “pagar para llegar y llegar para robar”; sino en las altas competencias y calidades del político, ¡ojalá el recato supere el impudor del poderoso!
Interjección que denota esperanza o también desesperanza, simplificadora y concluyente en los discursos disonantes de cualquier origen, aumenta esa incertidumbre inculcada a manera de adoctrinamiento de que somos herederos del cielo. Ojalá.
POR: DIOBALDO CÉSAR HEREDIA GUTIÉRREZ
SANTO TOMÁS, DICIEMBRE DE 2024.
CORREO: diobaldochg07@yahoo.com.co