“LA GRAN OBRA” De Ivan Dario Fontalvo;
Por: Pablo Emilio Caballero Pérez
Cuando hicimos la presentación de “Ojala la guerra”, novela de Iván Darío Fontalvo dijimos que su autor novel (principiante) ostentaba un prospecto de escritos nobel (premiado). El veredicto del jurado calificador del concurso internacional de novela “Héctor Rojas Herazo” ha corroborado nuestro vaticinio del momento. Hoy, Iván ha dado pasos que lo podrían conducir a Estocolmo si su labor creativa alcanza el cenit de la producción literaria y artística.
“La gran obra”, título de la novela merecedora del galardón se desarrolla, como el resto de su producción literaria con un estilo sobrio y lacónico en el que la palabra huye de su significado prosaico común y corriente del empleo de la lengua, para abrigarse con connotaciones insospechadas que adquieren anclaje en lo literario y creativo. El tema tratado en la novela, como ocurre con los asuntos de la literatura, no es nuevo: el problema del escritor o artista y el de la escritura; las vicisitudes que padece el autor en el proceso creativo de la obra, la incertidumbre de si ésta tendrá receptividad en el publico lector o no; las afugias económicas para la edición del libro, hecho aprovechado por el editor(a) para apropiarse de la mayor parte del producto de la comercialización del mismo. En fin, la escritura como catarsis.
Afirmar la reiteración del tema del artista y/o escritor nos obliga a remitirnos al escritor nicaragüense Rubén Darío en El Rey Burgués, relato en el que un rey poderoso somete a un artista hambriento a operar los manubrios de un aparato emisor de un sonsonete para poder proporcionarse alimento; y a Frank Kafka en Un Artista del trapecio, donde el artista recibe los alimentos trepado en un andamio para poder crear. Lo novedoso e innovador del tema está en el enfoque o tratamiento del mismo. En el caso de Iván, la sobriedad y el laconismo del estilo se encuadra con el empleo de la categoría literaria de lo grotesco, la cual se caracteriza por la exageración premeditada, la combinación de elementos contrarios, con relevancia de los aspectos materiales, fáciles de percibir, por ejemplo, la vida y la muerte, la pobreza y la riqueza; los elementos de la naturaleza reconstruidos de manera desfigurada. La trama de la novela se inicia de manera impactante disparando el suspenso con sucesos inenarrables desde el primer capítulo. En efecto, Clay, escritor diletante, que se desempeña en el oficio nocturno de recolector de basura, que luego asciende a chofer, experimenta sensaciones libidinosas con el cadáver de una mujer, extraordinariamente hermosa, Laina During, que encuentra en un contenedor de basura. Pero la visión necrofílica y grotesca no termina ahí, puesto que pronto aparecen en un ´´automóvil glacial´´ -dice el narrador- dos hombres extraños que negocian el cadáver con Clay. Al parecer para llevarlo o venderlo a Hoo, un asiático emprendedor que montó un burdel muy concurrido, con prostitutas muertas. Asimismo, la condición social contrapuesta de Clay, escritor diletante y fantasmal, y Sir Lovrens, escritor “reputado”. Clay, primíparo, se desempeña en un oficio no calificado, como el de recolector de basura; en cambio, Sir Lovrens dispone de un mayordomo y su oficio de escritor reconocido es bien calificado por la editora. Sin embargo, Sir Lovrens es objeto por parte de Clay de la necesidad, figuradamente hablando, de “Matar al padre” literario, vale decir, liberarse de las influencias estilísticas, narrativas y creativas del escritor modelo a imitar para así ganar identidad propia, independencia y autonomía en la creación literaria y artística. Este propósito indispensable para ser exitoso como escritor nos lo revela Clay, protagonista de la novela, a través, de la visión que tiene
sobre sir Lovrens como supersticioso, creyente, imbécil y hasta con intenciones, en su ocaso como escritor de convertirse en un plagiador. Irrita, también a Clay, la conversión del texto literario en una mercancía, sometida a las leyes del mercado. En cuanto a técnica, el autor recurre a la mise en abime, popularizada por el escritor francés André Gide, y que consiste en una puesta en abismo o puesta en profundidad, es decir, meter relatos menores o subrelatos dentro del relato mayor, por ejemplo, en La gran obra, los relatos Los sementales, Verdades de ficción y la División oscura.
Con relación al tiempo histórico o época que nos describe el texto, como se ha dicho, es de contrastes: Por un lado Sir Lovrens, especie de noble con mentalidad anacrónica que se construye un castillo, una mansión y Clay, recolector de basura, luego chofer de camión recolector, cliente de prostíbulos que vive en los arrabales hasta cuando logra mejorar su condición económica y social a raíz de la escritura de textos.