Piel de hierro
Uno de los géneros literarios más difíciles a los que se puede enfrentar un escritor, es sin duda alguna el diario. Y lo es, porque en él hay que dejarse literalmente el alma, es un género intimista, que no tolera la impostura ni la fantasía. Puede uno jugar con ellas, pero sin hacer trampas, sin poner zancadillas, porque de ser así, la empresa puede resultar desastrosa. El diario es la más honesta de las formas de la literatura; en ella el autor pone toda su vida en el asador, se desnuda emocionalmente, no puede escamotear nada ni atribuir una vivencia a un supuesto amigoíntimo. Dentro de los más sugestivos e inquietantes diarios de la literatura universal, a mí me han conmovido en especial—justamente por su desparpajo y por esa descarnada forma de ser abordados— el diario que Franz Kafka llevó desde 1910 hasta 1923, “El diario de Ana Frank”y los tres tomos de“Diarios” del escritor vasco Iñaki Uriarte, en los que se hace todo un despliegue de ironías y de dominio en el arte de la reflexión. Una mezcla más osada todavía, es la de“Lecturas pendientes” del bilbaíno Pedro Ugarte, un texto a medio camino entre el diario y el cuaderno de notas. En él se entremezclan vivencias personales y reflexiones literarias que nos permiten hacer un acercamiento abierto al funcionamiento del proceso creativo.
Pero a raíz de la pandemia de la COVID 19, ha surgido un nuevo subgénero de diarios que bien podríamos denominar“Diarios del confinamiento”. Entre ellos, hay uno que me llama poderosamente la atención. Se titula “Piel de hierro” y está siendo escrito en vivo, día a día, minuto a minuto, por el grande escritor colombiano, Pedro Conrado Cúdriz. Nótese que uso el presente continuo del indicativo para referirme al texto, precisamente porque es en ese recurso donde radica sugracia. Y es que la técnica narrativa que está usando Pedro para redactarlo es la de la extrema inmediatez, casi que la de escribirlo frente al lector, palabra a palabra.Alterna además, entre ellas,un catálogo conmovedor de variopintas imágenes. Carga todo el tiempo con una Pentax K-70 DSLRcapaz de captar un suspiro de amor incluso sobre un fondo de bruma ode lluvias terciadas, de modo que no hay escena que escape a la agudeza de su ojo avisado; y el resultado final, como no podía ser de otra forma, es un exquisito deleite para los sentidos. Esta semana se cumplió la publicación numero cincuenta del mencionado diario y como no me es posible incluir aquí las imágenes, me limitaré a transcribir algunas de las perlas que más me han llamado la atención. Las pondré en el orden en el que han ido apareciendo, seguro de que por sí solas fraguaran una especie de fabulario del que no podremos liberarnos ya nunca:
El día de hoy no fue opresivo, a pesar de no ser otro día. / Me estoy haciendo una pregunta: ¿Morirá el individualismos o simplemente ya está moribundo? / Ya lo palpamos, la vida que vivimos no es igual a la del pasado. Hoy no podemos salir a la calle. Un muro invisible lo impide. Esto es suficiente para saber que la existencia cambió para todos los humanos. / Hoy es domingo, pero sin el clima tradicional del domingo. Se rompió la cuerda de la cotidianeidad. / La libertad misma es ahora un reto extraordinario. / El silencio es otra música, suave e hija de la naturaleza, monteselva. / Les recuerdo, el uno no es uno, sino un dos familiar. / Para donde mire hay límites. / Para la corrupción no existe ninguna vacuna, hasta hoy. / El Papa no sabe qué hacer ante el poder del coronavirus. / No creo que la muerte sea suficiente. Algo nos falta con o sin ella. / El beso, otro sospechoso. / El “diarista” está solo, con un ojo hacia afuera y el otro hacia adentro. / Un libro recomendado para esta época: “La fiesta de la insignificancia”, de Milán Kundera. / ¿Qué hacer con el vacío que queda de la distancia de los dos metros? / Un niño recién nacido fue abandonado en la calle Murillo de Barranquilla. La carta de la madre decía: “Cuídalo mucho, ámalo”.